Y ellos, ¿también son cíclicos?

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Ayer me hicieron una entrevista en Radio Compañía para promocionar el taller Las cuatro lunas. Los dones del ciclo femenino y,  durante la charla con Mª del Carmen Ramón (una grandísima profesional), hablamos de la falta de entendimiento entre hombres y mujeres. Entre otras muchas cosas (es la primera vez que me enrollo tantísimo en una entrevista) dije que quizás el problema es que siempre nos estamos definiendo en relación al otro y que quizás ellos fueran más lineales y nosotras más cíclicas, y la falta de entendimiento de esta ciclicidad llevaba al choque.

Esta mañana he abierto mi correo y en la bandeja de entrada tenía uno de estos mail que me llegan los viernes de una gran maestra: Erika Irusta (si no la conoces, ya estás tardando) que se titulaba: ¿Ellos también son cíclicos? Estas sincronicidades me encantan y, como siempre, Erika hace  que vuelva a mis creencias y las analice de nuevo, las vea desde otra óptica y las reelabore. Por eso, quiero traer aquí su texto, que recoge en parte la conversación que tuve con Mª Carmen –la locutora– y hace la pregunta del millón, esa que he escucha a tantas mujeres durante los talleres y círculos: y ellos, ¿también son cíclicos?

Vayamos por partes…

1. TENEMOS QUE DEJAR DE MEDIRNOS POR SUS CUERPOS

Hemos aprendido a nombrarnos y aprehendernos desde el cuerpo identificado como masculino. A día de hoy, por ejemplo, siguen muriendo mujeres de infartos al corazón por culpa de no haber sido detectados a tiempo. ¡¿Cómo puede ser?! Hasta hace unos años no se ha empezado a difundir la información que muchas científicas y doctoras feministas señalaron: el infarto de miocardio en el cuerpo femenino cursa diferente. La Dra. Valls- Llobet ha escrito largo y tendido sobre esto. Si este tema te interesa, aquí puedes leer un valioso artículo de ella.

Haber sido medidas por el cuerpo masculino nunca nos ha beneficiado, con lo que es necesario cambiar el sentido de la rueda, y medirnos desde nuestros cuerpos y experiencia.

2. NO PUEDE SER LA MANERA DE JUSTIFICARNOS

Si él también es cíclico, entonces, ya no puede meterse conmigo… Parece que sólo validemos nuestra propia experiencia si ellos la tienen. Sus vivencias siempre son universales. Cuando escriben libros, cuando ruedan películas… son obras para Todo El Mundo. En cambio, cuando escribimos o pintamos, son obras femeninas para mujeres. Nuestra experiencia siempre es particular y no susceptible de ser sentida por «El Mundo» (leyendo aquí «El Mundo» como el compuesto y ordenado por ellos).

Esto mismo sucede con aprender nuestra química cíclica. Que sólo fuese nuestra la rebaja a una experiencia segundona. —¡Bah, es cosa de mujeres!— dice el macho que llevamos dentro. Pero si ellos, si Ellos tan sólo tuvieran una química similar a la nuestra… entonces ¡esto ya sería algo serio, universal, para Todo El Mundo!

3. ES HORA DE QUE NOSOTRAS GENEREMOS NUESTRO CONOCIMIENTO Y VALIDEMOS NUESTRA EXPERIENCIA

A diferencia de los hombres de la Historia, quizá no deberíamos escribir ni investigar en torno a una experiencia-cuerpo que ni vivimos si somos. Por respeto a nosotras y por respeto a ellos. Si lo que queremos es que dejen de nombrarnos sin tener en cuenta nuestra voz y nuestro cuerpo, nosotras deberíamos hacer lo mismo: centrarnos en investigarnos a nosotras mismas.

PERO, ENTRE TÚ Y YO…

Lo son.  ¿Te quedas más tranquila?

No hay bicho en la faz de la tierra que no sea cíclico. El entorno, las horas de sol y de oscuridad y las estaciones establecen un diálogo cíclico con nuestro cuerpo. La respuesta siempre es química. Y claro, esta química dialoga con el entorno. Entonces, ¿por qué seguimos dudando sobre si ellos son cíclicos si sabemos que lo son? La respuesta reside en el simbólico. Cómo ha sido explicado y representado nuestro ciclo a lo largo de la Historia es lo que nos hace creer que sólo nosotras lo «padecemos».

El simbólico lo es todo. Tatúate esta frase porque es la respuesta a casi todas las preguntas que te acabes haciendo.

Pero si quieres saber cómo es su química te contaré que su hormona estrella es la testosterona. Es responsable de la «masculinización» del cuerpo. Produce sensación de energía, euforia y potencia. Estrógenos y progesterona también están presentes en su cuerpo, pero no en las cantidades en las que están en el nuestro. Y sí, nosotras también tenemos testosterona. En menor cantidad aunque nuestras células la sintetizan con más rapidez, con lo que con menos testosterona obtenemos grandes resultados. El deporte la potencia y el estrés la suplanta por cortisol.

Pero, a lo que vamos: ¿tienen ciclos? La testosterona en el cuerpo masculino tiene diferentes ciclos:

Ciclo largo
A partir de los 40 años los niveles de testosterona bajan un 10% cada 10 años. Dando lugar a la andropausia o pitopausia, que se dice coloquialmente como si de un invento se tratase. No es mentira, ellos también pasan por este proceso pero no se les trata con las mofas con las que se trata a las mujeres en su menopausia.

Ciclo anual
Como nosotras, dependen de las estaciones. En este caso los estudios señalan que la testosterona es más alta en mitad del verano y otoño, y es más baja en invierno y primavera.

Ciclo diario
Los niveles son más altos por la mañana que por la noche. De ahí que muchos se despierten con erecciones matutinas y que se sientan más enérgicos y vivos por la mañana, y que su carácter vaya decayendo a lo largo del día.

Ciclo extracorto
Lo que se conoce como el Síndrome del Minuto de Testosterona. Son 6 ó 7 picos de testosterona cada 15-20 minutos que  provocan cambios en el carácter a nivel psíquico, físico y emocional.

*El ciclo mensual lo citan en algunos estudios pero no explican en qué consiste concretamente. Así que existe, peeero está por resolver.

La testosterona es una hormona que funciona «a demanda». Esto es, por ejemplo, cuanto más relaciones sexuales se tiene, más aumenta su presencia en el torrente sanguíneo aumentando de nuevo las ganas. Junto con la testosterona, también aparece la prolactina y la oxitocina. Hormonas que seguro te suenan al ciclo sexual de la maternidad. Y es que cuando un hombre se convierte en padre, disminuye la testosterona y aumentan estas dos hormonas. Por otro lado, hay estudios que demuestran que los hombres con menos testosterona y más prolactina, son aquellos con tendencias a cuidar, mimar y establecer vínculos duraderos.

Ahora bien, como ocurre en nuestro caso, es fundamental saber desde dónde leemos nuestra química. La testosterona no es la hormona de «los folladores» ni la «hormona de los machotes» como se ha explicado toda la vida. Los cuerpos masculinos con baja testosterona fueron calificados como afeminados, entendiendo la feminización como una enfermedad. Ya que un Hombre-Hombre ha de estar rebosante de testosterona y si no… es una nenaza. (¿Ves como es fundamental una lectura de género?).

Esta hormona ha sido la hormona privilegiada, la que daba el certificado de hombría y desde la que se han establecido las reglas del juego. Sobre sus cambios y fluctuaciones poco se sabe pues no ha interesado mostrar cómo ellos son tan animales cíclicos como podemos ser nosotras. De hecho, la química de ambos cuerpos no es tan diferente, aunque sí el simbólico, sí desde dónde se lee y  para qué se estudia. 

RESUMEN

No les necesitamos para aprehendernos. Sí, es necesario que esa persona a la que amamos o con la que vivimos nos entienda, pero no ha de hacerlo porque a él le pase lo mismo. Se trata de entender, acoger y aprender independientemente de si se tiene o no, de si se es o no. De esto va el amor: de abrirse a la diferencia… aunque después, ésta –la diferencia– no sea tal.


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La fotografía del encabezado del post es de Sebastiao Salgado y pertenece a su serie «Génesis».

Cíclicos

Conectar con el invierno | Las aguas profundas

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Conectar con el invierno

«En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente».
Khalil Gibran


El pasado 22 de diciembre entramos en el Invierno, la estación más fría de todas. La noche del solsticio de Invierno fue el momento más Yin de la Rueda del Año. En ese instante culminante, la Naturaleza se encuentra en su máxima contracción. A partir del solsticio, podemos observar como la luz se hace cada vez más presente en nuestros días. A su ritmo, lentamente y sin prisas.

Dentro de la Medicina Tradicional China, el Invierno es la estación de la sensibilidad y el recogimiento, de la tranquilidad y la introspección. El Invierno nos invita a abrigarnos, a descansar y a recogernos en el calor del hogar para poder hacer balance de todo el año y comenzar a sembrar todas aquellas cosas que queramos crear con la llegada de la Primavera.

El Invierno se relaciona con el elemento Agua. En Oriente, se dice que el agua guarda un infinito potencial de vida dentro de sí. El agua tiene la capacidad de adaptarse constantemente a su entorno para fluir a través de él. Y es precisamente en esa adaptabilidad donde yace su mayor fortaleza. En el Tao se dice que es el elemento más humilde y, aún así, el más poderoso de todos.

El hecho de vivir en ciudades, repletas de asfalto y de luces artificiales a todas horas, ha deteriorado nuestra conexión con los ciclos de la Naturaleza. Sin embargo, para nosotras, como mujeres, es de vital importancia que volvamos a recuperar este vínculo que nos acompaña y nos regenera. Por ello, aquí te dejo algunas prácticas que  pueden ayudarte a reconfortar tu vínculo con el Invierno.

1. Date permiso para descansar y dormir más. En la Naturaleza ahora todo está en un momento de descanso y de almacenaje. Si conseguimos aplicar este aspecto, aunque sea mínimamente, en nuestras vidas veremos que de forma natural nos regeneramos.

2. Incluye en tu día un espacio de silencio. Aunque sean sólo 5 minutos, siéntate en silencio y reposa en él.

3. Toca la tierra con los ojos cerrados. En cuanto tengas ocasión, conéctate con su latir, con su sentir… practica a diario y verás cómo te sensibilizas con ella.

En nuestro cuerpo, el elemento Agua está representado por los riñones (incluyendo las glándulas suprarrenales y los órganos y las glándulas sexuales). Ahora que estamos en Invierno es especialmente importante que cuidemos de ellos.

A los riñones les encanta el calor. Así que, cada vez que puedas, aplícales calor. Por ejemplo, cuando estés sentada en una silla puedes ponerte una bolsa de agua caliente en esta zona. Puedes apoyar la bolsa contra el respaldo de la silla o bien sujetarla con un pañuelo.

Como el Invierno es una época de frío (y el frío debilita mucho la energía de riñón) cocinar de una manera más Yang es una buena idea. El horno es una forma estupenda de aumentar el calor de los alimentos cocinados y de aumentar, por tanto, su energía Yang. Ahora es momento de guisos y caldos de muchas horas de cocción. Además, ya que el Invierno es el elemento Agua, es muy adecuado comer alimentos del mar, como pescados, algas…

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En el ciclo de la mujer, el Invierno está representado por la Menstruación y por el Arquetipo de la Anciana. Para muchas mujeres es un tiempo natural de depuración, con menos hambre, con ganas de comidas sencillas. Las hormonas que segrega y libera nuestro cuerpo durante la menstruación afecta a menudo a nuestro sistema digestivo y hasta un 40% de mujeres tienen diarrea o estreñimiento durante esta fase. Podemos acompañar estos días de limpieza interna con una alimentación más natural y depurativa o diurética. Hay mujeres que incluso hacen un ayuno espontáneo durante la menstruación, tomando caldos e infusiones. Desde el Arquetipo de la Anciana podemos entrar en contacto con la comida y las bebidas desde una conexión muy interna y espiritual, gozando lentamente de cada mordisco o sorbo, ya que aumenta nuestra sensibilidad a los sabores y a las texturas. Es un momento maravilloso para comer con los ojos cerrados y agradecer y contemplar todos los pasos que hay detrás de cada cosa que llega a nutrirnos.

Por mi propia experiencia sé que, cuando no me he permitido o no he podido menstruar con la calma que he necesitado, no he renacido con la misma fuerza en el siguiente ciclo. Mi sensación ha sido la de ir arrastrándome fase tras fase sin poder conectar con todo el potencial que hay dentro de mi ciclo. Esto me ha llevado a la frustración y a una especie de cansancio acumulado. Es como si sólo hubiera menstruado físicamente, pero no emocional ni espiritualmente. ¿Te ha pasado alguna vez?

Cada una de nosotras vive las circunstancias de su momento vital presente y con ello bailamos la más genuina y la mejor de las danzas posibles. Al tomar conciencia del momento que habitamos en cada fase (tanto dentro de nuestro microcosmos como fuera en el macrocosmos) y dedicar un mínimo tiempo a ello, nos devuelve nuestra fortaleza interna.


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La herida sabia | Nuestra menstruación

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La herida sabia.

¿Cuándo una maldición deja de ser una maldición? Cuando esa maldición es una bendición disfrazada.

¿Por qué muchas mujeres consideramos nuestra menstruación como una enfermedad o un fastidio que llega como un reloj todos los meses? ¿Por qué no hablamos de ella y la escondemos? ¿Por qué aceptamos imágenes de violencia en el cine o en la televisión pero tratamos como un tabú la sangre que sale de nosotras? Éstas y otras preguntas se plantean en el libro The Wise Wound: menstruation and every woman, de Penelope Shuttle y Peter Redgrove, publicado en 1978. Un libro que originó un auténtico revuelo en aquella época ya que, hasta entonces, no existía ningún libro serio que hablase de la menstruación, ni de la enorme importancia que la misma tiene sobre el plano emocional y psicológico de la mujer. La menstruación había sido la maldición de la mujer durante siglos y una especie de error degradante de la naturaleza femenina. Gracias a este libro se consiguió romper con este tipo de prejuicios y fue escrito en una forma poética, donde la psicología y la antropología se dan la mano.

The Wise Wound es la obra pionera que desveló los secretos del inconsciente femenino, su creatividad y su enorme intuición, que nacen de su experiencia biológica durante el Ciclo de la Vida: su menstruación. A partir de este libro aparecieron diversos autores que han seguido escribiendo acerca de este asunto, como Miranda Grey con su Luna Roja, o la doctora Christiane Northrup, de la que hablamos en el post anterior. Estos tres libros y otros más nos guía por el sendero del autoconocimiento para conocer cómo es nuestro ciclo y conectar con nuestra esencia femenina durante el mismo, para convertir nuestra menstruación en una experiencia de vida gratificante.

Pero, ¿de dónde viene esta idea tan negativa sobre nuestra menstruación? Varios historiadores y antropólogos están de acuerdo en afirmar que durante el Paleolítico existió una sociedad de tipo matrilineal en la que la mujer ostentaba un papel activo dentro del clan, gozaba de libertad sexual y no existía la monogamia. Quizá esté siendo un poco marxista pero, cuando estas sociedades se hicieron más complejas y surgió el concepto de propiedad privada, se hizo necesario saber de quiénes eran los hijos para salvaguardar el patrimonio, que ahora dejaba de ser del clan para pasar a ser de una familia. Fue entonces cuando se empieza a controlar la capacidad reproductora de la mujer, se prohíbe su libertad sexual y se controla su cuerpo, pasando ahora a un sistema patriarcal en el que la mujer se convierte en objeto de un contrato matrimonial entre padre y marido. Esto –que es un proceso mucho más complejo y con muchos más factores a tener en cuenta– nos ha hecho consciente e inconscientemente alejarnos de una de nuestras principales fuentes de poder femenino y vivenciarlo como algo impuro y amenazante (así se nos hizo ver generación tras generación). Al distanciar a la mujer de su cuerpo y de sus ciclos se la está apartando de su esencia y de la sabiduría inherente a los ciclos universales, perdiendo con ello la conexión y respeto no sólo con el propio cuerpo, sino con toda la naturaleza y la comprensión de sus ciclos mayores (los ciclos de la luna, los cambios estacionales). Las mujeres hemos sido herederas de esta desconexión, ignorancia y desconocimiento sobre nuestro propio cuerpo de mujer. Durante mucho tiempo se ha estigmatizado nuestra anatomía, nuestros fluidos, nuestras emociones y se nos ha hecho avergonzarnos de una de las más concretas muestras de nuestro ser femenino: el ciclo menstrual y su sangre.

Vivimos en medio de un sistema que nos ha llevado a luchar con armas masculinas, negando con esto nuestra naturaleza e invalidando nuestros cuerpos. En el inconsciente colectivo cargamos con el tabú de la menstruación, asociándola a algo sucio y vivido como un período de enfermedad. La tendencia cultural nos invita a repudiar y hasta maldecir nuestra propia sangre y en esto negarnos como mujeres sangrantes que es parte de la naturaleza de nuestra biología, creando así una profunda cicatriz femenina arraigada en las oscuridades de nuestra psique y que se manifiesta en un sistema que no nos legitimiza como un ser válido, sano, fuerte y completo en sí mismo.

Inake-Frida-KahloLas antiguas culturas ancestrales, herederas de aquel sistema matricial paleolítico, que aún mantenían una conexión sabia con la naturaleza y sus ciclos, veían en la mujer la representación encarnada de la Madre Tierra y, por tanto, eran respetadas en sus diversas fases, reconociendo como la máxima expresión del poder femenino a la fase de la menstruación. Antiguamente se realizaban ritos iniciáticos que marcaban con la menarquía el paso de niña a joven mujer, ritos en los que las abuelas les revelaban a las niñas los diferentes secretos de la sabiduría femenina. Así, también las mujeres honraban sus cuerpos y sus ciclos y se retiraban durante su período menstrual a las Tiendas Rojas o Casas de Luna, lugares especialmente creados para las mujeres durante su menstruación (también para el embarazo y el parto) en los cuales podían conectarse con el poder visionario y de sanación inherente a dicha fase. También era una forma de ofrendar a la Tierra su «sangre de Luna», devolviéndole la fertilidad, y como una manera de sintonizar y hermanarse con las mujeres que estuvieran en ese mismo período.

Hoy se nos hace imperante recuperar nuestra fuente de poder femenino que luna a luna, mes a mes, menstruación tras menstruación nos recuerda el poder de nuestro vientre, nuestra conexión con la vida-muerte-vida, con los ciclos de nuestra naturaleza de mujer, y de nuestra gran Madre Tierra.

¿Y cómo podemos recuperarlo? Te lo cuento en el post de la semana que viene…

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