Las enseñanzas del Divino Femenino | Conversaciones con Sofía Gutiérrez

Las enseñanzas del Divino Femenino

En esta nueva píldora de sabiduría femenina entrevistamos a Sofía Gutiérrez González. Con ella hablamos sobre la historia de la Diosa. La espiritualidad vivida desde lo femenino, la mujer sagrada de todos los tiempos, la importancia de conectar con nuestra sabiduría corporal cíclica y qué significa ser una sacerdotisa.



Conocí a Sofía hace muchos años, allá por el 2012, cuando me iniciaba en este camino tan mágico del despertar del Divino Femenino. Ella es pionera en la transmisión del legado de la Diosa. Nos ha abierto las puertas a muchas de nosotras que hoy abrazamos sus enseñanzas y nos abrimos a ser un eslabón más de la cadena de difusión de su mensaje.

Sofía estudió Psicología Humanista y se especializó en la orientación Transpersonal. Se diplomó en Magisterio y es investigadora de la Tradición de la Diosa. Aplica los Arquetipos Femeninos, como una herramienta para el cambio de conciencia.

Después de investigar y experimentar personalmente en temas como Chamanisno, Mitología, Simbología, Lenguaje de sueños, Artesanía Alquímica y Psicomagia, en 2008 creó su propio modelo de «navegación interior»: la Rueda de Ana.

En la actualidad, comparte círculos de Mujeres, conferencias, ceremonias, talleres y retiros, en el abrazo y despertar del empoderamiento femenino. Organiza también viajes sagrados a Avalon, lugar al que se siente estrechamente vinculada.

En esta charla, hablamos sobre la historia de la Diosa y recuperamos el papel de la sacerdotisa para entender la espiritualidad vivida desde lo femenino, la sabiduría cíclica que encierra nuestro cuerpo y la importancia de recuperar su legado en estos tiempos inciertos.

En ella encontrarás referencias a la Escuela de Avalon y a María Magdalena, como dos de los pilares básicos en los que se basa el resurgir del Divino Femenino en nuestros días.

¡Una conversación llena de sabiduría! No te la pierdas.


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Trótula de Salerno | La primera ginecóloga de la Historia

Habitarte cíclica-Trótula de Salerno

Trótula de Salerno está considerada la primera ginecóloga de la Historia. Sus obras fueron revolucionarias para su época y, aunque fueron utilizadas como obras de referencia hasta el siglo XVI, su nombre permaneció en el olvido. Hoy rescatamos su historia.


Os contaba cuando inicié esta sección del blog que la historia oficial que habitualmente leemos y nos han enseñado, está basada en los principios del patriarcado. Y que en ella se ha negado la historia del cincuenta por ciento de la Humanidad.

Uno de los casos más sangrientos de la misoginia histórica provocada por el patriarcado es la de Trótula de Salerno.La primera ginecóloga de la Historia. Algunos estudiosos llegaron a dudar de que fuese una mujer. Otros plantearon que era un personaje ficticio, por lo que desde el siglo XV su obra se atribuyó a un varón, masculinizando su nombre a Trótulo.

No se sabe con seguridad la fecha de su nacimiento, pero sí que nació en Salerno, probablemente en torno al año 1110, en tiempos de las Cruzadas. Apenas sabemos nada de su vida más que se llamaba Trútyla Ruggiero y pertenecía a una familia adinerada. También sabemos que se casó con Johannes Platearius, que fue uno de los médicos fundadores de la Escuela de Salerno.

Una universidad medieval abierta a las mujeres

La Escuela de Salerno fue el primer centro médico sin conexión con la iglesia y, probablemente, la primera universidad laica de la Europa del momento. Y esto es un hecho bastante importante. Los monasterios habían detentado hasta entonces la función de centros de enseñanza y estaban fuertemente influenciados por la doctrina cristiana.

Salerno se convierte así en la primera escuela médica no regida por religiosos. Además, como la ciudad estaba situada al sureste de Nápoles, se fusionaron en ella los conocimientos greco-romanos y las tradiciones árabes y judías. Enriqueciendo enormemente la escuela y convirtiéndola en la más prestigiosa de la Europa del siglo XIII.

La escuela de Salerno fue además pionera en admitir a mujeres dentro de su alumnado. Y, junto a Trótula, también destacaron Salernitana, Constanza y Calenda, que eran alemanas; Rebeca Guarna, que era judía, y Abella, que era árabe. Entre todas simbolizan la conjunción del saber del mundo árabe, judío y cristiano, con una fusión única de las tres grandes culturas existentes en el mundo mediterráneo y occidental.

Sin embargo, el mundo universitario medieval procuró minimizar los trabajos de estas médicas, que llegaron a ejercer un trabajo reservado de forma exclusiva a los hombres hasta finales del siglo XIX.

la obra de Trótula

La aportación de Trótula a la ginecología es fundamental y su obra se divide habitualmente en dos bloques:

  • Trótula maoir: formado por De passionabus mulierum curandurum [Las enfermedades de las mujer].
  • Trótula minor: formado por De curis mulierum [La cura de las mujeres] y De ornatu mulierum [La cosmética de las mujeres].

En ellos aborda temas como la menstruación, la concepción, el embarazo, el parto, el control de la natalidad y las enfermedades ginecológicas, así como sus posibles remedios. Habla también de cómo tratar partos difíciles y sobre cómo prevenir y tratar el perineo rasgado.

En toda su obra muestra ideas muy avanzadas para su época. Por ejemplo, era partidaria del uso de opiáceos y hierbas –por entonces prohibidos por las autoridades eclesiásticas– para evitar el dolor de las mujeres durante el parto.

Defendió la higiene como una herramienta fundamental para prevenir infecciones y enfermedades en las mujeres. Y recomendaba hacer ejercicio físico regular, llevar una dieta equilibrada y saludable, realizar masajes con aceites esenciales y usar cosméticos para prevenir la caída del cabello y cuidar la piel.

Afirmaba también que los impedimentos para la concepción podían provenir del hombre, contraviniendo así la idea generalizada de la época que culpabilizada siembre a la mujer por los problemas de infertilidad en el matrimonio.

La obra de Trótula fue auténticamente revolucionaria para aquellos tiempos y sus estudios fueron usado como libros de texto obligatorios en las universidades hasta bien entrado el siglo XVI. Sin embargo, también tuvo muchos detractores que cuestionaba que una mujer pudiera haber escrito todo aquel saber. Es hora de hacer justicia con ella y traerla a la luz de la historia.


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Rosa Mística

trótula de salerno

Enheduanna | Sacerdotisa de Inanna y primera escritora de la Historia

Inake-Enheduanna

Hija de Sargón el Grande, que unificó el centro y el sur de Mesopotamia hace 4.300 años, Enheduanna escribió varios himnos y tres poemas dedicados a la diosa Inanna, los primeros textos en la historia que se pueden atribuir a un autor.

Se colocó a la altura de una de las principales divinidades del panteón acadio. Habló a Inanna –también conocida como Ishtar o Astarté–, diosa del amor y de la guerra, de tú a tú. Su padre, el rey Sargón, la había elevado al cargo de suma sacerdotisa en Ur. Y ella, orgullosa, dejó su impronta en los textos que dedicó a la diosa. «¡Yo, la suma sacerdotisa, yo, Enheduanna! Yo llevé el cesto ritual, yo entoné la alabanza», escribió hace 4.300 años en uno de sus poemas más conocidos, titulado La exaltación de Inanna.

Gracias a eso, a su deseo de quedar grabada con un punzón en tablillas de arcilla en escritura cuneiforme –denominada así porque los signos tienen forma de cuña–, esta princesa acadia es el primer autor conocido de la Historia.

La vida de una Suma Sacerdotisa

Enheduanna fue hija de Sargón el Grande. La mitificada infancia de este rey, que nació entre los años 2350 y 2300 antes de nuestra era –las cronologías difieren–, tiene indudables resonancias bíblicas. Cuando era un bebé, su madre, una sacerdotisa, le abandonó en una canastilla en el Éufrates. Pero, de las aguas del río, le rescató un jardinero, que le crió. Ya en la adolescencia, Sargón ocupó el puesto de copero mayor de Ur-zababa, rey de la ciudad de Kish, al que derrocó. Fue la primera de sus conquistas.

Dos pueblos se repartían el centro y el sur de Mesopotamia a finales del segundo milenio antes de nuestra era, cuando Enheduanna vivía. Las ciudades-estado de los sumerios, que habían llegado a la región mil años antes, se extendían por las tierras próximas al Golfo Pérsico. Al norte, vivían los acadios, pueblo de ascendencia semítica al que pertenecía Sargón.

Tras usurpar el trono al soberano de Kish, las fuerzas del joven rey avanzaron implacablemente por la región. A sus pies, cayeron Erech, Lagash, Umma, Ur… Los territorios de Akkad y Sumer formaron así el primer gran imperio de la historia, ubicado en lo que hoy es Irak. Un reino, bañado por el Tigris y el Éufrates, en el que Sargón impuso su ley gracias a su ejército, los funcionarios semitas que colocó en puestos clave y la religión.

Enheduanna jugó un papel decisivo en la legitimación divina del poder de su progenitor. Fue la primera princesa en ocupar ese puesto, una tradición que perduró cinco siglos y que ejemplifica el relevante papel social que jugaban las mujeres de las altas capas de la sociedad sumeria. «Sus poemas sirvieron para mantener unida la tierra que su padre había hecho un enorme esfuerzo por anexionar», afirman los especialistas W.W. Hallo y J.J.A. van Djik, autores de The Exaltation of Inanna [La Exaltación de Inanna].

Nacida entre 2.300 y 2.280 antes de nuestra era, al final de su reinado, Sargón la designó suma sacerdotisa y la destinó a Ur, el más importante de los centros religiosos de Sumer. Allí, a orillas del Golfo Pérsico –el Índico se adentraba más en Mesopotamia que en la actualidad, y el Tigris y el Éufrates desembocaban separado–, fue donde la princesa adoptó el nombre de Enheduanna, que significa «suma sacerdotisa del ornamento del cielo».

Aunque consagrada a Nanna, el dios de la Luna, su principal devoción era para Inanna, hija de Nanna, que tenía su morada celeste en Venus, y a esta divinidad dedicó –tres siglos después de que se desarrollara la escritura en Sumer– tres poemas que han llegado hasta nuestros días.

Muerte y resurrección

La comunidad en la que vivió se dedicaba a «actividades como la pa-nadería, la carnicería y la elaboración de cerveza. Enheduanna dirigía la actividad agrícola en el templo y la industria pesquera local», indica Betty DeShong Meador, coautora de Inanna, lady of largest heart. Poems of the Summerian High Princess Enheduanna [Inanna, señora del corazón más grande. Poemas de la princesa sumeria Enheduanna], libro en el que se recopila la traducción de parte de la obra de la poetisa acadia.

La princesa vivió dramáticamente los vaivenes políticos que sucedieron al fallecimiento de su padre. «¡Yo, acostumbrada al triunfo, he sido expulsada de [mi] casa. Como una golondrina, me hizo [Ashimbabbar] volar por la ventana, y mi vida se ha consumido. Él me hizo caminar entre las breñas de la montaña. Él me arrancó la corona apropiada de la alta sacerdotisa. Y me dió daga y espada — “esto es más para tí” — me dijo».

Así refleja en un poema el destierro temporal que sufrió durante una revuelta contra su sobrino Naram-Sin. Acabó volviendo a Ur, al templo, donde murió. Pero, cuando la dinastía sargónida sucumbió bajo los invasores gutianos, los sacerdotes trataron de eliminar todo rastro de su existencia. Este hecho puede explicar también los enfrentamientos y las luchas de poder que llevarían finalmente a la pérdida del poder social que tenían las mujeres sumerias ante el avance de la lógica de patriarcal. Y con ella, la degradación de las divinidades femeninas del amor y la fertilidad.

Enheduanna «resucitó» históricamente en 1926, cuando Leonard Woolley encontró en Ur un disco de calcita –de 25,6 centímetros de diámetro– con un relieve de una escena ceremonial y una leyenda, en el reverso, que dice: «Enheduanna, suma sacerdotisa de Nanna, esposa del dios Nanna, hija de Sargón, rey del mundo, en el templo de la diosa Inanna, en Ur…». Gracias a que su nombre aparece en los himnos religiosos que escribió en tablillas de arcilla, ha sido posible identificar a la hija de Sargón de Akkad como el primer autor conocido de la Historia.

«Reina de todos los poderes concedidos. Desvelada cual clara luz. Mujer infalible vestida de brillo. Cielo y tierra son tu abrigo. Eres la elegida y santificada», dejó escrito, en honor a Inanna, 1.500 años antes de que Homero firmara La Odisea.

Rosa Mística

Enheduanna