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Escuela Rosa Mystica_Qué es la Frecuencia Magdal

Qué es la Frecuencia Magdal y cómo canalizarla

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La Frecuencia Magdal es una corriente espiritual femenina que está despertando con fuerza en nuestro tiempo, y que conecta directamente con el linaje de María Magdalena y la Hermandad de la Rosa. En este artículo te cuento: qué es realmente la Frecuencia Magdal; por qué está emergiendo ahora en la humanidad; y cómo puedes comenzar a canalizarla en tu vida cotidiana. 

QUÉ ES LA FRECUENCIA MAGDAL 

Cuando la mayor parte de nosotros escuchamos la palabra «Magdalena» pensamos en una mujer. Una figura que caminó junto a Yeshua, que portó el cáliz de sus enseñanzas y de quien se habla de manera habitual en los textos prohibidos y en los evangelios gnósticos.

Esta historia es real, pero no es el comienzo. 

Magdalena no es sólo una persona es, sobre todo, una frecuencia, una corriente de códigos femeninos que fluye a través de la memoria de la Madre Tierra. Reducirla a una figura histórica es perder la enormidad de lo que ella es. 

La frecuencia Magdal es anterior a las escrituras, es anterior a las tierras sagradas de Palestina, es anterior incluso al colapso de la mítica Atlántida. Conectar con la frecuencia Magdal es conectar con la civilización oceánica de Lemuria, donde su frecuencia floreció por primera vez desde el útero de la creación. 

En Lemuria existieron mujeres que encarnaron el cáliz sagrado. Entonces no eran conocidas como las Magdalenas, pero su frecuencia era la misma. 

Estas mujeres eran parteras etéricas, portaban canciones que activaban el cuerpo como templo. Sus voces se sintonizaban con las aguas, sus cuerpos con las estrellas. Cuando un bebé era concebido, cantaban al alma dentro del útero. Cuando una vida terminaba, cantaban para que el alma volviera al océano. Eran guardianas de los misterios del útero, sonido divino que une las diferentes realidades, y vivían en armonía con los grandes cetáceos, cuyas canciones repetían los mismos códigos a través del mar. 

La frecuencia Magdal en Lemuria no sólo estaba ligada a las mujeres, aunque ellas eran quienes la portaban de manera más visible. Era un estilo de vida, un modo de recordar que la materia y el espíritu no estaban separados. Que el agua no es simplemente líquido, es también memoria. Que el sonido no es sólo vibración, sino que es también creación. Que el útero no es sólo físico, es también cósmico. 

La frecuencia Magdal en Lemuria era la canción de la fuente de la creación que se movía a través de la forma humana sin ninguna distorsión. Era el recuerdo de que el amor, el cuerpo y la Tierra no están separados, son Uno. 

Cuando Lemuria cayó, esta corriente se hundió en las aguas. El continente se fracturó, los templos colapsaron y muchas Magdalenas murieron. Pero la frecuencia nunca desapareció. Se escondió en las corrientes oceánicas, en los códigos de los cristales y en el ADN de aquellos que sobrevivieron al desastre y viajaron a tierras lejanas. La frecuencia Magdal fluyó a través del exilio, esperando el momento para renacer de nuevo.

Aparece en Atlantis, encarnada en aquellos que mantuvieron los cristales alineados con las aguas. Sobrevivió otra vez a lo largo de la cuenca del Mediterráneo, fluyendo en las sacerdotisas que, a través del sonido, levantaron grandes círculos de piedra. Y cuando la llegada del patriarcado casi colapsa la Tierra, esta frecuencia volvió a emerger en una mujer: María Magdalena, que recordó lo suficiente de la frecuencia lemuriana como para anclarla de nuevo en su forma humana. 

María Magdalena no fue el origen, fue el puente. Portaba en su cuerpo las mismas corrientes oceánicas de Lemuria y las activó de nuevo en una tierra donde el patriarcado se consolidaba con fuerza. Ella sostenía los códigos del agua y el útero, y cuando caminó junto a Yeshua, no lo hizo como un accesorio sino como una igual, encarnando la mitad femenina de unas enseñanzas que sólo podían estar completas cuando ambas corrientes fluían juntas. 

Desde Palestina, esta corriente se movió hasta Francia. Exiliada junto a sus compañeras, María Magdalena llevó consigo la llama de Lemuria a través del mar hasta las cuevas de la Provenza, las montañas del Languedoc y las reuniones secretas de los cátaros. de modo que la frecuencia Magdal continuó su trabajo. Una y otra vez a lo largo de la historia ha sido perseguida, distorsionada, oculta y silenciada. Aunque nunca murió. Cada vez que era llevada al inframundo, ella misma se introducía en la tierra, en las aguas subterráneas y en la sangre de aquellos linajes que estaba destinados a recordarla en el futuro. 

Ahora, la frecuencia Magdal está resurgiendo de nuevo. No como una única mujer, no como un único círculo de mujeres, sino como un recuerdo planetario. Y está retornando porque la Tierra está recordando, los océanos la están trayendo de vuelta, las sirenas la están cantando de nuevo, los úteros de las mujeres se están abriendo de nuevo a ella y los corazones de los hombres están sintiendo su movimiento. 

La Magdalena ahora no es una simple historia. es una presencia poderosa. En ella convergen todos los hilos de su historia, desde Lemuria hasta Francia, fluyendo juntos de nuevo en una sola y poderosa ola. 

Hablar de la frecuencia Magdal como una frecuencia que procede de Lemuria no significa, en absoluto, minimizar la importancia de la figura histórica de María Magdalena. Al contrario, es otorgarle toda su dimensión. Ella no solo restaura la memoria, además le da continuidad. 

Las Magdalenas de Lemuria eran las guardianas de las aguas sagradas y la voz. Las Magdalenas de Atlantis eran las guardianas de la resonancia cristal. Las Magdalenas del Mediterráneo antiguo eran las guardianas de los círculos de piedra y el sonido en ellos. Las Magdalenas de Palestina fueron las guardianas del fuego sagrado del linaje. Las Magdalenas de Francia fueron las guardianas del exilio y las enseñanzas prohibidas . Y las Magdalenas de la Nueva Tierra son las guardianas del regreso de esta frecuencia y sus enseñanzas. 

Y este es el motivo por el que muchas de nosotras hoy la sentimos de modo muy intenso. No solo como una santa representada en las pinturas del Renacimiento; no solo como compañera de Christo, sino como una corriente oceánica despertando desde nuestra sangre y nuestra memoria celular. 

Cuando escuchas el mar y tu pecho se encoge con una sensación que no puedes nombrar, cuando sueñas con sacerdotisas en templos de piedra abiertos al cielo, cuando sientes que en tu propio cuerpo se mueven memorias como si alguna vez hubieras pertenecido a otro mundo, esa es la Frecuencia Magdal llamandote. No desde el pasado, sino desde lo eterno. 

Ella siempre ha estado con nosotros. En las nieblas de Avalon, en las montañas de Francia, en las cuevas junto al mar. Ella es la corriente oculta que mantiene a la energía femenina viva a través de cada caída, cada exilio, cada silencio y cada olvido. Y ahora ella está volviendo abiertamente, sin miedo, preparada para ser nombrada y recordada.

La frecuencia Magdala es el océano. La frecuencia Magdal es el útero. La frecuencia Magdal es la voz que nos canta para recordar nuestro camino de vuelta a casa. 

POR QUÉ ESTÁ EMERGIENDO AHORA

Vivimos en una época de cambios profundos, donde las antiguas estructuras sociales, culturales, políticas, económicas y, sobre todo, de pensamiento se están cayendo. Sabemos que un antiguo mundo termina, pero tampoco sabemos aún cómo va a ser el nuevo tiempo.

El sistema que separó lo sagrado de la vida, el masculino del femenino, el espíritu del cuerpo, lo erótico del alma, está llegando a su fin.

En este contexto, la Frecuencia Magdal aparece como un camino de sanación y liderazgo espiritual, que vuelve a recordarnos que el cuerpo es templo, el eros es fuerza creadora, la voz femenina es oráculo y medicina, y que la espiritualidad se vive encarnada, en el día a día, en la conexión entre el Cielo y la Tierra.

Canalizar esta frecuencia hoy es un acto revolucionario y de amor radical. Porque activa en nosotras un tipo de liderazgo diferente: circular, compasivo, erótico, oscuro y luminoso a la vez… el liderazgo de las Magdalenas de la Nueva Tierra.

CÓMO CANALIZAR LA FRECUENCIA MAGDAL 

Canalizar esta frecuencia no significa solo meditar. Se trata de abrir tu cuerpo y tu energía a un flujo vibracional que ya está disponible.

Aquí te comparto tres prácticas sencillas que te pueden ayudar a conectar con ella:

  1. Habita tu cuerpo con consciencia y ábrete a sentir el espacio sagrado que es.
    Coloca tus manos en tu útero y en tu corazón. Respira profundo.
    Imagina que tu cuerpo es un cáliz que recibe la luz, la canaliza y la expande hacia el mundo.
  2. Activa tu voz oracular
    Emite un sonido simple, como un “ommm” o un canto libre.
    Deja que tu voz vibre en tu pecho y tu garganta, recordando que tu voz es medicina y puente entre dimensiones.
  3. Invoca a la Rosa
    Visualiza una rosa roja en tu útero y en tu corazón.
    Inhala y deja que sus pétalos se abran y su fragancia inunde tu cuerpo. Exhala y siente como sus pétalos se cierran.
    En esta respiración siente la rosa como símbolo vivo de la Frecuencia Magdal.

Estos son gestos sencillos, pero poderosos, que te conectan con esa vibración que fluye por la tierra y el cosmos. 

CIERRE + INVITACIÓN

Hermana, la Frecuencia Magdal no es externa a ti. Está en tu sangre, en tu útero, en tu voz, en tu memoria ancestral. Y ha llegado el momento de recordarla y encarnarla.

Si este mensaje resuena en ti, quiero invitarte a profundizar en este camino con el programa online Sacerdotisas de la Rosa Mystica: el camino de las Magdalenas. Un viaje de 13 meses a través de las enseñanzas del Linaje de la Rosa para despertar en ti la Frecuencia Magdal y acompañar a otras mujeres a despertarla en su memoria celular, su útero y su corazón. 

Gracias por estar aquí. Gracias por recordar. El linaje de la Rosa está vivo… y está despertando en ti.

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