La manipulación patriarcal de la idea del Pecado Original nos estigmatizó como mujeres y nos hizo perder nuestra soberanía creativa. Te invito a re-significar los mitos que nos llevaron a la domesticación, para comenzar a vivir la sexualidad y el placer como un camino espiritual que potencia todas las áreas de nuestra vida.
Una vez fuimos mujeres salvajes.
Estábamos conectadas con el latido y el pulso alquímico de la Madre Tierra. Sin embargo, fuimos domesticadas. Las cadenas sociales, la culpa y la vergüenza por ser las instigadoras del pecado original, cayeron sobre nosotras. Olvidamos nuestro instinto y cómo vivir desde el placer.
Pero estamos recordando…
Cada vez somos más las mujeres que estamos reclamando nuestra naturaleza indómita otra vez. Se escuchan los aullidos de libertad que nos llevan de nuevo a conectar con la Madre Tierra.
Y conectar con la Madre Tierra es volver a conectar con la sabiduría cíclica del útero.
Nuestros úteros y nuestros cuerpos han soportado demasiada vergüenza, demasiado dolor e historias traumáticas. Es tiempo de asumir completamente nuestra responsabilidad sobre nuestra propia sanacion y la de nuestro linaje.
¿Cómo podemos hacerlo?
- Honrado nuestros cuerpos como portales de conexión con lo divino.
- Confiando en nuestra intuición
- Dando voz a aquellas ancestras que no pudieron expresar la profundidad de su belleza, su fuego y sus deseos.
- Reclamando nuestro derecho al placer
- Despojándonos de viejos paradigmas, mitos e historias de opresión
- Volviéndonos de manera dulce y amorosa hacia nuestros cuerpos, amándolos exactamente como son…
Porque la sangre que corre por nuestras piernas no es sucia.
Porque el placer es la base de nuestro poder de creación.
Porque la intensidad de nuestros gemidos, nuestro sudor y nuestras lágrimas nunca serán demasiado.
Y nuestra esencia más genuina reside en la capacidad de expresarnos desde nuestra autenticidad.
Re-significar el Mito: Morder la Manzana
¿Y si re-significamos juntas el mito del pecado original para sacar de nuestra memoria celular la culpa y la vergüenza?
¿Y si la manzana fuera un símbolo del placer y la ciclicidad de nuestro útero?
Y si el acto de morderla no trajera una maldición, sino una infinita sabiduría?
El mito del pecado original nos dice que Eva comió del fruto prohibido que crecía en el árbol del conocimiento que estaba en el centro del Paraíso. Y, según el mito patriarcal, esta osadía de Eva supuso la caída en desgracia de toda la humanidad..
Sin embargo, podemos acercarnos a este mito desde otro lugar.
Desde la visión del sagrado femenino, la manzana que come Eva simboliza nuestro útero: si la partimos por la mitad podemos ver la forma de nuestro yoni, es una invitación a conectar con el placer como fuente de vida y creación. Y su color rojo está asociado a nuestra sangre menstrual, nos habla de la ciclicidad de nuestro cuerpo.
Eva toma esa manzana del árbol del conocimiento. Nos habla de la sabiduría a la que accedemos cuando empezamos a comprender los misterios del útero y los ritos de la sangre.
Es más, se la ofrece a Adán para que él también pueda participar de esta sabiduría. Porque el cuerpo de la mujer es el canal a través del que accedemos a esta sabiduría y a la conexión con lo divino.
Cuando resignificamos el mito, re-significamos también nuestro lugar en la historia y podemos comenzar entonces un proceso profundo de sanación que no solo nos afecta a nosotras, también a todo nuestro linaje y a los hombres que, como Adán, se atreven a comer del fruto prohibido.