Conectar con el invierno | Las aguas profundas

Inake-Invierno-conectar

Conectar con el invierno

«En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente».
Khalil Gibran


El pasado 22 de diciembre entramos en el Invierno, la estación más fría de todas. La noche del solsticio de Invierno fue el momento más Yin de la Rueda del Año. En ese instante culminante, la Naturaleza se encuentra en su máxima contracción. A partir del solsticio, podemos observar como la luz se hace cada vez más presente en nuestros días. A su ritmo, lentamente y sin prisas.

Dentro de la Medicina Tradicional China, el Invierno es la estación de la sensibilidad y el recogimiento, de la tranquilidad y la introspección. El Invierno nos invita a abrigarnos, a descansar y a recogernos en el calor del hogar para poder hacer balance de todo el año y comenzar a sembrar todas aquellas cosas que queramos crear con la llegada de la Primavera.

El Invierno se relaciona con el elemento Agua. En Oriente, se dice que el agua guarda un infinito potencial de vida dentro de sí. El agua tiene la capacidad de adaptarse constantemente a su entorno para fluir a través de él. Y es precisamente en esa adaptabilidad donde yace su mayor fortaleza. En el Tao se dice que es el elemento más humilde y, aún así, el más poderoso de todos.

El hecho de vivir en ciudades, repletas de asfalto y de luces artificiales a todas horas, ha deteriorado nuestra conexión con los ciclos de la Naturaleza. Sin embargo, para nosotras, como mujeres, es de vital importancia que volvamos a recuperar este vínculo que nos acompaña y nos regenera. Por ello, aquí te dejo algunas prácticas que  pueden ayudarte a reconfortar tu vínculo con el Invierno.

1. Date permiso para descansar y dormir más. En la Naturaleza ahora todo está en un momento de descanso y de almacenaje. Si conseguimos aplicar este aspecto, aunque sea mínimamente, en nuestras vidas veremos que de forma natural nos regeneramos.

2. Incluye en tu día un espacio de silencio. Aunque sean sólo 5 minutos, siéntate en silencio y reposa en él.

3. Toca la tierra con los ojos cerrados. En cuanto tengas ocasión, conéctate con su latir, con su sentir… practica a diario y verás cómo te sensibilizas con ella.

En nuestro cuerpo, el elemento Agua está representado por los riñones (incluyendo las glándulas suprarrenales y los órganos y las glándulas sexuales). Ahora que estamos en Invierno es especialmente importante que cuidemos de ellos.

A los riñones les encanta el calor. Así que, cada vez que puedas, aplícales calor. Por ejemplo, cuando estés sentada en una silla puedes ponerte una bolsa de agua caliente en esta zona. Puedes apoyar la bolsa contra el respaldo de la silla o bien sujetarla con un pañuelo.

Como el Invierno es una época de frío (y el frío debilita mucho la energía de riñón) cocinar de una manera más Yang es una buena idea. El horno es una forma estupenda de aumentar el calor de los alimentos cocinados y de aumentar, por tanto, su energía Yang. Ahora es momento de guisos y caldos de muchas horas de cocción. Además, ya que el Invierno es el elemento Agua, es muy adecuado comer alimentos del mar, como pescados, algas…

Inake-Anciana-Invierno

En el ciclo de la mujer, el Invierno está representado por la Menstruación y por el Arquetipo de la Anciana. Para muchas mujeres es un tiempo natural de depuración, con menos hambre, con ganas de comidas sencillas. Las hormonas que segrega y libera nuestro cuerpo durante la menstruación afecta a menudo a nuestro sistema digestivo y hasta un 40% de mujeres tienen diarrea o estreñimiento durante esta fase. Podemos acompañar estos días de limpieza interna con una alimentación más natural y depurativa o diurética. Hay mujeres que incluso hacen un ayuno espontáneo durante la menstruación, tomando caldos e infusiones. Desde el Arquetipo de la Anciana podemos entrar en contacto con la comida y las bebidas desde una conexión muy interna y espiritual, gozando lentamente de cada mordisco o sorbo, ya que aumenta nuestra sensibilidad a los sabores y a las texturas. Es un momento maravilloso para comer con los ojos cerrados y agradecer y contemplar todos los pasos que hay detrás de cada cosa que llega a nutrirnos.

Por mi propia experiencia sé que, cuando no me he permitido o no he podido menstruar con la calma que he necesitado, no he renacido con la misma fuerza en el siguiente ciclo. Mi sensación ha sido la de ir arrastrándome fase tras fase sin poder conectar con todo el potencial que hay dentro de mi ciclo. Esto me ha llevado a la frustración y a una especie de cansancio acumulado. Es como si sólo hubiera menstruado físicamente, pero no emocional ni espiritualmente. ¿Te ha pasado alguna vez?

Cada una de nosotras vive las circunstancias de su momento vital presente y con ello bailamos la más genuina y la mejor de las danzas posibles. Al tomar conciencia del momento que habitamos en cada fase (tanto dentro de nuestro microcosmos como fuera en el macrocosmos) y dedicar un mínimo tiempo a ello, nos devuelve nuestra fortaleza interna.


Inake-Habitarte ciclica-Escuela online

La herida sabia | Nuestra menstruación

Inake-La-herida-sabia-nuestra-menstruacion

La herida sabia.

¿Cuándo una maldición deja de ser una maldición? Cuando esa maldición es una bendición disfrazada.

¿Por qué muchas mujeres consideramos nuestra menstruación como una enfermedad o un fastidio que llega como un reloj todos los meses? ¿Por qué no hablamos de ella y la escondemos? ¿Por qué aceptamos imágenes de violencia en el cine o en la televisión pero tratamos como un tabú la sangre que sale de nosotras? Éstas y otras preguntas se plantean en el libro The Wise Wound: menstruation and every woman, de Penelope Shuttle y Peter Redgrove, publicado en 1978. Un libro que originó un auténtico revuelo en aquella época ya que, hasta entonces, no existía ningún libro serio que hablase de la menstruación, ni de la enorme importancia que la misma tiene sobre el plano emocional y psicológico de la mujer. La menstruación había sido la maldición de la mujer durante siglos y una especie de error degradante de la naturaleza femenina. Gracias a este libro se consiguió romper con este tipo de prejuicios y fue escrito en una forma poética, donde la psicología y la antropología se dan la mano.

The Wise Wound es la obra pionera que desveló los secretos del inconsciente femenino, su creatividad y su enorme intuición, que nacen de su experiencia biológica durante el Ciclo de la Vida: su menstruación. A partir de este libro aparecieron diversos autores que han seguido escribiendo acerca de este asunto, como Miranda Grey con su Luna Roja, o la doctora Christiane Northrup, de la que hablamos en el post anterior. Estos tres libros y otros más nos guía por el sendero del autoconocimiento para conocer cómo es nuestro ciclo y conectar con nuestra esencia femenina durante el mismo, para convertir nuestra menstruación en una experiencia de vida gratificante.

Pero, ¿de dónde viene esta idea tan negativa sobre nuestra menstruación? Varios historiadores y antropólogos están de acuerdo en afirmar que durante el Paleolítico existió una sociedad de tipo matrilineal en la que la mujer ostentaba un papel activo dentro del clan, gozaba de libertad sexual y no existía la monogamia. Quizá esté siendo un poco marxista pero, cuando estas sociedades se hicieron más complejas y surgió el concepto de propiedad privada, se hizo necesario saber de quiénes eran los hijos para salvaguardar el patrimonio, que ahora dejaba de ser del clan para pasar a ser de una familia. Fue entonces cuando se empieza a controlar la capacidad reproductora de la mujer, se prohíbe su libertad sexual y se controla su cuerpo, pasando ahora a un sistema patriarcal en el que la mujer se convierte en objeto de un contrato matrimonial entre padre y marido. Esto –que es un proceso mucho más complejo y con muchos más factores a tener en cuenta– nos ha hecho consciente e inconscientemente alejarnos de una de nuestras principales fuentes de poder femenino y vivenciarlo como algo impuro y amenazante (así se nos hizo ver generación tras generación). Al distanciar a la mujer de su cuerpo y de sus ciclos se la está apartando de su esencia y de la sabiduría inherente a los ciclos universales, perdiendo con ello la conexión y respeto no sólo con el propio cuerpo, sino con toda la naturaleza y la comprensión de sus ciclos mayores (los ciclos de la luna, los cambios estacionales). Las mujeres hemos sido herederas de esta desconexión, ignorancia y desconocimiento sobre nuestro propio cuerpo de mujer. Durante mucho tiempo se ha estigmatizado nuestra anatomía, nuestros fluidos, nuestras emociones y se nos ha hecho avergonzarnos de una de las más concretas muestras de nuestro ser femenino: el ciclo menstrual y su sangre.

Vivimos en medio de un sistema que nos ha llevado a luchar con armas masculinas, negando con esto nuestra naturaleza e invalidando nuestros cuerpos. En el inconsciente colectivo cargamos con el tabú de la menstruación, asociándola a algo sucio y vivido como un período de enfermedad. La tendencia cultural nos invita a repudiar y hasta maldecir nuestra propia sangre y en esto negarnos como mujeres sangrantes que es parte de la naturaleza de nuestra biología, creando así una profunda cicatriz femenina arraigada en las oscuridades de nuestra psique y que se manifiesta en un sistema que no nos legitimiza como un ser válido, sano, fuerte y completo en sí mismo.

Inake-Frida-KahloLas antiguas culturas ancestrales, herederas de aquel sistema matricial paleolítico, que aún mantenían una conexión sabia con la naturaleza y sus ciclos, veían en la mujer la representación encarnada de la Madre Tierra y, por tanto, eran respetadas en sus diversas fases, reconociendo como la máxima expresión del poder femenino a la fase de la menstruación. Antiguamente se realizaban ritos iniciáticos que marcaban con la menarquía el paso de niña a joven mujer, ritos en los que las abuelas les revelaban a las niñas los diferentes secretos de la sabiduría femenina. Así, también las mujeres honraban sus cuerpos y sus ciclos y se retiraban durante su período menstrual a las Tiendas Rojas o Casas de Luna, lugares especialmente creados para las mujeres durante su menstruación (también para el embarazo y el parto) en los cuales podían conectarse con el poder visionario y de sanación inherente a dicha fase. También era una forma de ofrendar a la Tierra su «sangre de Luna», devolviéndole la fertilidad, y como una manera de sintonizar y hermanarse con las mujeres que estuvieran en ese mismo período.

Hoy se nos hace imperante recuperar nuestra fuente de poder femenino que luna a luna, mes a mes, menstruación tras menstruación nos recuerda el poder de nuestro vientre, nuestra conexión con la vida-muerte-vida, con los ciclos de nuestra naturaleza de mujer, y de nuestra gran Madre Tierra.

¿Y cómo podemos recuperarlo? Te lo cuento en el post de la semana que viene…

también te puede interesar

El cuerpo femenino | Ese gran desconocido

inake-el-cuerpo-femenino-ese-gran-desconocido

El cuerpo femenino

Acabo de llegar de ver a la ginecóloga. Y digo ginecóloga porque insistí en que, para este caso, fuera mujer porque creí –ingenua de mi– que sería más fácil que nos entendiéramos. Desde hace unos meses padezco dolores menstruales insoportables, son tan fuertes que hasta me hacen vomitar. Para descartar cualquier problema físico me hice una citología y ahora también una ecografía. Obvio aquí el hecho de lo incómodo y hasta doloroso de las dos pruebas. Todo está bien. Ni endometriosis, ni fibromas, ni nada. Lo que me ha hecho enfadarme hasta querer prenderle fuego al despacho de la médico en cuestión es que, antes incluso de hacerme la prueba, antes incluso de sentarme y no hacerme más preguntas que cuántos hijos tenía y ponerme cara de perro al decirle que ninguno (y esto da para otro post), ella ya tenía la solución: tomar pastillas anticonceptivas. Cuando le he dicho que prefería no hacerlo, ella ha dado por terminada la consulta diciendo que no podía hacer nada más por mi.

¡Que no puede hacer nada más por mi! Qué tal esto:

  1. Pregúntame cómo es mi ciclo menstrual: regular o irregular, abundante o escaso, cómo te sientes los días previos a la regla (malhumorada o relajada, ansiosa o tranquila, etc.); ¿tienes antojos dulces o salados?; y los días después de la regla, ¿cómo te encuentras?, ¿sabes cuándo ovulas…?
  2. Pregúntame por mi estilo de vida: ¿te sientes estresada últimamente?; ¿ha habido algún episodio doloroso o un cambio brusco en tu vida (una pérdida, por ejemplo)?; ¿cómo es tu alimentación?; ¿has probado a reducir la ingesta de lácteos y carne para ver si disminuye el dolor?; ¿haces ejercicio regularmente?, ¿qué tipo?; ¿has notado que durante el ciclo hay momentos en los que tu cuerpo te pide parar y no lo haces? ¿Te escuchas?

Y tantas, tantas preguntas que podría haber hecho. Pero no, vamos a lo fácil. Te duele la regla, toma pastillas. No te puedes quedar embarazada, sométete a un tratamiento de inseminación artificial. De los efectos secundarios hablamos cuando lleguen.

Las pastillas anticonceptivas han ayudado a muchas mujeres a lo largo del tiempo, pero también es verdad que, de algún modo, nos desconectan de partes esenciales y, en mi caso, he padecido efectos secundarios concretos. De ahí que no sea una opción para mi y estaría genial que mi ginecóloga (por ser mujer y compartir problemáticas corporales, por decirlo de algún modo), llegara a comprender mi postura y no zanjara la cuestión con un insensible y hasta poco profesional «No puedo hacer nada por ti».

Como hace ya algún tiempo que vengo padeciendo este problema, decidí investigar un poco por mi cuenta y llegué a un libro que para mi es esencial y que os recomiendo: Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer, de la ginecóloga norteamericana Christiane Northrup. En él Northrup ofrece una información completa y detallada de todo lo referente a la salud de la mujer, y combina los últimos avances en medicina con terapias alternativas que implican tanto el cuerpo como la mente.

Porque, para ella, sin salud emocional no hay salud física y el bienestar de la mujer no puede disociarse de su vida cotidiana y del papel que desempeña en la sociedad. En sus páginas nos demuestra que cuando la mujer cambia las condiciones básicas de vida que la han conducido a problemas de salud, sana más deprisa, de forma más completa y con muchas menos intervenciones médicas. Así, desde una perspectiva holística que tiene en cuenta las emociones y el desarrollo personal, pone al descubierto el patriarcalismo de la profesión médica y muestra la cara oscura de algunas creencias extendidas.

inake-el-cuerpo-femenino-ese-gran-desconocido
Sebastiao Salgado. Serie Génesis

En el caso concreto que me ha llevado a escribir este post, Northrup afirma que el 60% de las mujeres sufre de dolor menstrual. Un porcentaje menor es incapaz de funcionar durante un o más días del mes debido a la intensidad del dolor. Muchas veces se debe a un tipo de estrés producido por elevadas hormonas de cortisol que, acompañado a una dieta elevada en lácteos y azúcares refinados, produce exceso de insulina, activando una sobre-producción de prostaglandina F2 Alfa, que afecta al útero de diversas formas. Durante el periodo, las mujeres liberamos toxinas, pero también emociones, información y alta dosis de creatividad, que no se contemplan en un diagnóstico común y que tampoco incorporamos a nuestro día a día porque desconocemos la ciclicidad de nuestro cuerpo. El hecho de que en nuestra cultura  la mayoría de mujeres sufran dolores menstruales es un indicativo claro de que algo va mal en la relación con nuestro cuerpo. Es testimonio de que hemos perdido la conexión con nuestra sabiduría menstrual. En otras palabras: desconocemos profundamente el cuerpo que habitamos. Caroline Myss ahonda todavía más en el tema y dice que los dolores menstruales son indicadores clásicos de que una mujer está en conflicto con su realidad femenina.

Lo que Northrup propone en su libro, además de conocer el ciclo menstrual femenino y meditar sobre los posibles conflictos emocionales detrás del dolor, es un tratamiento nutricional: una dieta basada fundamentalmente en fruta y verdura fresca, junto con proteína magra, con carne de pollo, pescado, tofu, huevos, legumbres y productos de soja, en la que se elimine o se reduzca en gran parte el consumo de todos los alimentos «blancos», como aquellos elaborados con lácteos,  harinas y azúcares blancos. Tomar ácidos grasos esenciales, procedentes de sardinas en lata, salmón o aceite de oliva, y aumentar el consumo de vitaminas B, C y E.

Influenciada, además, por la medicina tradicional china, la ginecóloga norteamericana propone también un tratamiento energético: reducir el estrés, aprender a valorar y apreciar los ritmos del ciclo menstrual y acupuntura. Y yo, a falta de una solución por parte de la medicina occidental que no pase por tomar pastillas anticonceptivas y visto que físicamente todo está bien, voy a probar con esto y os lo voy a contar.

También me encantaría saber tu opinión. ¿Padeces dolores menstruales? ¿Qué haces tú para solucionarlo? ¿Te parece acertada la posición de ginecólogas como Christiane Northrup?

Rosa Mística