La danza entre el ciclo menstrual y la luna: descubrir nuestra propia sintonía

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Ciclo menstrual y La luna

Todavía recuerdo el día que descubrí un diagrama lunar por primera vez hace unos ocho años de la mano del libro Luna roja, de Miranda Gray, en el que me invitaba a poner atención en cómo me sentía a lo largo de todo mi ciclo menstrual y, al mismo tiempo, a mirar al cielo y darme cuenta del resplandor creciente y decreciente de la luna.

En aquel momento sufría de reglas tremendamente dolorosas y, al vivir en el centro de una ciudad grande, apenas me fijaba en la luna ni pensaba que podría tener una influencia sobre mi ciclo hormonal o estados de ánimo. Aunque con mucho escepticismo, su manera amorosa de explicar el sentido de un diagrama lunar me alentó a empezar un diario íntimo. Y así empezó uno de los viajes más profundos y transformadores que he hecho como mujer.

Ahora somos muchísimas mujeres alrededor del mundo que conocemos los hermosos frutos de esta observación diaria y mensual. En vez de juzgar o luchar contra las subidas y bajadas de energía que vivimos con cada ciclo menstrual, reconocemos y entendemos las diferentes cualidades de sus fases hormonales: la etapa pre-ovulatoria con su aspecto dinámico de la Doncella, los días en torno a la ovulación con la manifestación radiante de la Madre, la fase pre-menstrual con la potencia de la Chamana, y la experiencia de la menstruación con el retiro de la Anciana.

A la vez, ha crecido en muchas partes nuestra percepción y conexión con la luna, recuperando la relación ancestral entra la mujer y los ciclos lunares, con esa increíble similitud entre los 29,5 días que dura un ciclo lunar y el promedio del ciclo menstrual femenino. Incluso la propia palabra «menstruación» refleja esa conexión, con su raíz indoeuropea «me-» relacionado con «luna» y «mes» (en inglés moon y month), y también con «medir».

Desde la antigüedad, el ciclo lunar nos ofrece una vía de conexión potente con las fuerzas de lo cíclico: la luna creciente asociada a la energía de iniciar y fortalecer, la luna llena como momento de máxima expansión y exteriorización, la luna menguante con un tiempo de mayor interiorización y de soltar y, finalmente, la luna negra que invita a la receptividad, la depuración y la visión interna.

 

Con esta doble consciencia de las fases de nuestro ciclo menstrual y de las fases de la luna, surge a menudo esta pregunta: ¿cómo puedo fluir entre estos dos ciclos? En especial, hay cierta inquietud entre algunas mujeres porque sienten que su ciclo menstrual «no está en sintonía» con la luna; dudas sobre si enfocar la atención en el ciclo hormonal o en el lunar, y deseo de entender el significado de tener la regla en una determinada fase del ciclo lunar u otra…

En esta búsqueda y exploración personal y colectiva, comparto aquí algunas reflexiones para seguir creciendo y recuperando juntas nuestra sabiduría femenina.

Soltemos la idea de un ciclo correcto  

Un primer paso es salir de ideas fijas o externas de lo que es «normal» en relación con nuestro cuerpo y sus ciclos. Por ejemplo, la estadística de que la duración media del ciclo menstrual es de 28 días ha hecho que muchas mujeres sientan que es «anormal» tener un ciclo menstrual más largo o más corto. Pero, en realidad, un ciclo saludable puede oscilar perfectamente entre 22 y 40 días y refleja el propio patrón de cada una.

Otra de las ideas que está alimentando la sensación de «anomalía» es  el apriorismo de que para estar en verdadera sintonía con la luna, una tendría que ovular con la luna llena y menstruar en luna negra.

Alrededor del mundo, las mujeres menstruamos y ovulamos en todas las fases de la luna, y la gracia reside en descubrir lo que significa esto para cada una, desde nuestra experiencia interna y subjetiva. Para profundizar en este camino, te invito a:

¡Observar, sentir y registrar… amorosamente!

Cuando dirigimos nuestra mirada hacia dentro y escuchamos cada vez más atentamente lo que sentimos, lo que quiere y necesita nuestro cuerpo, lo que fluye fácilmente en un momento dado y lo que no… empezamos a reconocer íntimamente esa ola cíclica que nos atraviesa, tanto en relación a la danza de nuestras hormonas, como en relación al flujo y reflujo del ciclo lunar.

Hay muchas maneras de recoger estas observaciones. Una de ellas es a través de un diario o diagrama lunar, plasmando con palabras, colores o símbolos las sensaciones y experiencias que vivimos cada día, y así percibir cada vez mejor las características de nuestro propio calidoscopio interno.

Puede ser que en algún momento, lo que notemos u observemos con más fuerza sean as fases de nuestro ciclo menstrual, en cambio en otros, se nos presenta con mayor intensidad la influencia de la luna.

A lo largo de muchos ciclos, esta escucha atenta y amorosa nos permite hacer nuestra propia «destilación mágica» y, poco a poco, afinar en las respuestas a este tipo de preguntas:

  • ¿Cómo es para mí tener la regla con luna creciente?
  • ¿Cómo noto la fase pre-ovulatoria cuando hay luna menguante?
  • ¿Qué se mueve en mí cuando estoy en fase pre-menstrual con la luna llena?
  • ¿Qué siento cuando ovulo en luna negra?
  • ¿Cómo vivo la danza entre estos dos ciclos en mí…?

Para cada una, incluso con cada ciclo, será diferente.

Además de la influencia de los estrógenos, la progesterona y la luna, podemos añadir el influjo de las estaciones y el tiempo, según donde viva cada una. Por ejemplo: ¿qué diferencia hay entre la experiencia de ovular en pleno calor de verano, en los trópicos, a diez grados bajo cero o en la Antártida? ¿O cómo vivimos esta danza cuando somos madres… cuando vivimos solas… cuando estamos en pareja… cuando empezamos el camino hacia la menopausia… en nuestro trabajo?

Embriágate de la luna

Sin duda nuestras ancestras  vivían con una conexión colectiva y aguda del ciclo lunar, mucho más en contacto directo con los ciclos de la naturaleza y sin la contaminación de la luz artificial. Pero aunque estemos en una ciudad, o pasemos muchas horas en sitios interiores,  la luna nos sigue llamando… ¡De repente la vemos y nos magnetiza! Con esta llamada, deja que te siga tocando, cada vez más, en su viaje por el cielo… Búscala, siéntela, háblale, contémplala… ¡Cada vez que os encontréis, embriágate de sus mensajes!

Cuando aparece en forma de un arco fino con el atardecer, un nuevo ciclo lunar… ¿Qué te sugiere? ¿Qué energía notas en ti? Cuando sale redonda y rebosante en el horizonte y sube hasta el cenit a medianoche… ¿Qué te apetece hacer? ¿Qué efecto tiene su luz en ti? Báñate de sus rayos… Siente tu piel alumbrada… Aúlla… Carga tus piedras preciosas… Bebe una copa de agua… Comparte el momento… ¿Dónde estás en tu ciclo?

Si estás despierta en la madrugada y ves la luna menguante… ¿Qué te transmite? ¿Quieres soltar algo con ella? ¿Mecerte en su cuna?

Y cuando sales afuera por la noche y no hay luna, solo estrellas o nubes… ¿Qué te pide tu cuerpo en esta oscuridad? ¿En qué fase de tu ciclo estás? ¿Sientes la marea moviendo tus aguas internas?… ¿Tu inconsciente?

A través de esta conexión directa con la luna, con todos nuestros sentidos, podemos descubrir cada vez más si nos influye y cómo, sobre nuestros ciclos de sueño, nuestro apetito, nuestra creatividad, energía, sexualidad… Y también sobre las personas que nos rodean: amigas, hij@s, pareja… Y cuando hayamos pasado por nuestra última menstruación o menopausia, nos seguirá acompañando en el recuerdo de lo cíclico, desde otro lugar por dentro.

Descubre tu propia sintonía

Desde esta escucha,  unas veces profunda, sutil en otras, del giro de la luna, la oleada de nuestras hormonas y la danza entre ambas, surge nuestra propia sintonía, siempre cambiante, siempre única… No hay una sola sincronía con la Abuela. Estás sincronizada con ella cuando sabes en qué fase estás tú y en qué fase ella. Esa relación te habla, te enseña sobre ti, sobre lo que pasa en tu vida.

En el tiempo tendrás unas lunas con la Abuela Llena y otras con la Abuela Negra, es lo normal porque vamos moviéndonos. La sincronía reside en estar conectada, en leer tus retrasos o adelantos con respecto a los otros períodos. Es precisamente ese tránsito por las distintas lunas lo que te hace ir a tu centro, recibir y honrar tus energías y las de la Abuela. ¡Eso es estar sincronizada!


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El texto original de este post es de Sophia Style, una gran maestra. Las imágenes están tomadas de Internet y desconocemos su autoría.

Ciclo menstrual y La luna

Rosa Mística

Los siete ritos sagrados de la Menopausia

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Los siete ritos sagrados de la menopausia

Kristi Meisenbach Boylan define siete ritos de la Menopausia en su profundamente hermoso libro del mismo título. Usa la metáfora de la mística isla de Avalon donde vivían las sacerdotisas de la Diosa en tiempos del Rey Arturo, tal como aparecieron en Las nieblas de Avalon, el libro clásico de Marion Zimmer Bradley. Es en este reino donde Boylan percibe a la mujer menopáusica retirándose para sanarse y descubrir su propia verdad.

Lo que le sucede a la mujer menopáusica no difiere del proceso integrativo chamánico de la «recuperación del alma», en el cual el chamán viaja a otros mundos para recuperar las partes de un alma individual que se han desgajado durante los traumas de la vida. Del mismo modo, la mujer menopáusica al principio de su viaje es obligada desde el interior de su propia psique a «convocar la barca» que la transportará a la Tierra de Su Alma para recuperar todo su ser.

Convocar la barca: el primer rito de la Menopausia

Convocar la barca es el primer rito de la Menopausia, según Boylan. Del mismo modo que las sacerdotisas estaban en las orillas de Glastonbury y convocaban la barca que las llevaría a Avalon, la mujer menopáusica se aparta del mundo exterior y viaja al interior. Este rito de paso se precipita, en primer lugar, por los cambios hormonales en el interior de su cuerpo y, en otro, por las llamadas cada vez más profundas de su propia alma para que alcance un nivel de madurez espiritual que la fundación (la creación) había previsto para sus años de mujer sabia.

El problema que Boylan se apresura a señalar es que la mayoría de las mujeres se han olvidado de que tal dimensión interior aún existe, de manera que cuando se producen los primeros movimientos, hay confusión y resistencia antes de rendirse y confiar. La neblina mental y el insomnio son los síntomas de las mujeres que invocan la barca que las alejará de la realidad ordinaria.

El gusano empieza su viaje hacia el retiro en el que, cuando encuentre el lugar adecuado, construirá su crisálida.

Rasgando las brumas: el segundo rito de la Menopausia

Hay un momento del viaje en que las mujeres se sienten absolutamente perdidas y fuera de control. Cuando «rasgamos las brumas» entramos profundamente en el submundo desde el que no podemos ver ninguna orilla. Se necesita un tremendo coraje para permanecer en esta dimensión y no es sin la compañía de fuertes emociones. Las sacerdotisas de Avalon estaban capacitadas para manipular las brumas a través de sus maravillosos poderes mágicos.

La mujer menopáusica en este estadio siente que está perdiendo su garra. Tiene miedo de perder su juventud, su belleza, su valor como mujer. Tiene miedo del proceso de envejecimiento y de cómo la sociedad la va a juzgar. En este caso, no puede ver su propia belleza y se encuentra en estado de pánico porque no tiene idea alguna de donde está.
Boylan comenta que es en este estadio donde algunas mujeres se atascan y rechazan desplazarse a través de las brumas para completar su rito de paso. Son las mujeres obsesionadas con la juventud cuya visita anual al cirujano plástico le asegura que permanecerán hermosas para siempre.

El gusano se ha envuelto en sí mismo en su estrecha crisálida. No se puede mover. Se está preparando para su morfogénesis.

La gran iniciación de la perimenopausia: el tercer rito de la Menopausia

Una vez estamos envueltas en las brumas de la menopausia, nuestro nivel de ansiedad aumenta. Empezamos experimentando cambios de humor dramáticos y sofocos, agotamiento, pérdida de lívido, sudores nocturnos, adelgazamiento de huesos -nos sentimos como si estuviéramos perdiendo nuestra mente y nos estuviéramos desmoronando- cayendo a pedazos. Es esta inaguantable experiencia de querer saltar fuera de nuestra piel lo que nos impulsa a continuar el viaje y movernos a través de las brumas para ver la otra orilla.

Desarrollar la paciencia es una tarea importante para sostener esta fase: entregarse a la fusión del núcleo, cabalgar las olas de subidas de tensión que suceden en nuestros cuerpos durante los sofocos.

Esta es la etapa de limo verde en la transformación de nuestro gusano en mariposa. Se trata de una masa pegajosa, pero necesaria para ¡ah, la recompensa está delante!

La búsqueda de la santidad: el cuarto rito de la Menopausia

Todavía envueltas en las brumas, ahora empezamos a cuestionarnos nuestras vidas. Nuestro mundo exterior está cambiando -nuestros hijos han crecido y tal vez han marchado-. Nuestros matrimonios pueden estar en problemas. Nuestro trabajo, si estamos centradas en la carrera, puede ser que no nos proporcione tanta satisfacción como antes. Nuestros amigos tal vez no estén nunca más en nuestra longitud de onda. Miramos alrededor y vemos que hay muy poco en nuestras vidas que nos ofrezcan el apoyo y la satisfacción que deseamos.

Empezamos una profunda introspección para identificar los errores de nuestro pasado, aprovechando la pasión que hemos experimentado durante nuestra adolescencia y situando todo bajo el microscopio de nuestro propio control interno -nuestros valores y nuestras metas-, relaciones y hábitos personales. Empezamos a ver nuestros patrones de comportamiento desde la infancia y cómo hemos creado nuestras vidas a partir de ellos.

Este tiempo está marcado por una gran liberación , soltamos un montón de dolor emocional y abrimos la comunicación donde empezamos a expresar lo que hemos mantenido en silencio durante demasiado tiempo. Es la búsqueda primordial de la plenitud lo que nos impulsa en esta etapa. Queremos más de la vida -¿qué es esto?-. Solo sabemos que hemos de dejar morir las viejas formas para que algo nuevo y maravilloso pueda surgir.

Por último, llegamos al lugar del perdón por el cual somos capaces de dejar de lado nuestro pasado y perdonar, no sólo a los que sentimos que nos han herido, sino lo más importante: somos capaces de perdonarnos a nosotras mismas por nuestra propia vulnerabilidad y seguir adelante.

Boylan resume esta etapa diciendo que gran parte de ella, tiene que ver con recordar: recordar nuestro propio ser y eliminar ferozmente los impedimentos que han oscurecido su brillo.

Alas delicadas empiezan a formarse en el cuerpo cambiante dentro de la crisálida.

El baño en aguas sanadoras: el quinto rito de la Menopausia

Las aguas empiezan a aclararse y la mujer menopáusica puede ver en su reflejo el surgimiento de una mujer sabia. En esta coyuntura, la otra orilla empieza a ser visible y sabemos que estamos en un curso estable. Con esta claridad, los patrones que ha identificado en la fase previa son la causa de que vea su vida bajo una luz totalmente diferente. Ahora se convertirá en voz, dejando que la gente a su alrededor sepa que las antiguas costumbres deben terminar. Exige un mayor respeto y valoración de su tiempo personal. También empieza a reconocer sus dones intuitivos y se ve a sí misma como sabia y poderosa.

Siente una conexión más profunda con el Espíritu, donde el resplandor de su propia alma empieza a brillar a través de sí misma e ilumina su camino. En el quinto rito, la mujer menopáusica empieza a abrazarse verdaderamente a sí misma y ver su cuerpo íntegramente, a ver su valía como extraordinaria.

Durante este tiempo, todavía va a estar retirada -alejándose del mundo exterior y de sus relaciones íntimas, especialmente de su familia-, en un esfuerzo por estar más profundamente en comunión con su naturaleza más íntima. Ella reflexiona sobre sus relaciones con el cosmos, su futuro, el futuro del mundo y como puede aportar sus dones cuando sea el momento adecuado. Pero ahora no es el momento, todavía no.

El limo verde ha dado paso a una mariposa totalmente formada, que empieza su tarea de desgarrar su crisálida. Ahora sabe quién es.

Sanando la sangre interna: el sexto rito de la Menopausia

La barca atraca en la Isla de Avalon. La sacerdotisa pisa tierra firme y comienza a sentir su arraigo y fuerza interior. Su último flujo lunar ya se ha producido y se retira a un templo cercano para marcar el paso de 13 meses después del cual la menopausia se ha completado.

Naturalmente, muchas mujeres atestiguarán que estos 13 meses pueden ser bastante turbulentos, con vestigios de ritos anteriores y olas de angustia física y emocional. Sin embargo, el aumento de la claridad y la visión que siguen desarrollándose convierten en un encantamiento a la mujer sabia en formación. Empieza aprender cómo utilizar su energía: cuándo hablar y cuándo permanecer en silencio, cuándo estar activa y cuándo retirarse.

Boylan postula que en este momento la mujer recupera su «niña sabia». Ella compara esta niña sabia con el ánimus de una mujer que se convierte en la base del poder de la vieja. En la psicología jungiana, el ánimus es el aspecto yang de nuestras psiques que está orientado a la acción, que nos impulsa hacia adelante, que tiene un sentido fuerte y saludable de las fronteras, sabe cómo decir «no», y sabe cómo conseguir lo que quiere y necesita. A medida que la sangre sagrada se mantiene dentro, una mujer se carga con propiedades mágicas. Ella ha alcanzado su poder. 

La mariposa se  despoja de su capullo y emerge, preparada para la libertad y lista para tomar el vuelo.

La coronación de la Chamana: el séptimo rito de la Menopausia

Las sacerdotisas se mueven por la tierra y encuentran su lugar entre la gente. La mujer post-menopáusica re-surge con confianza y sabiduría y es coronada metafóricamente como chamana cuando realiza un acto de belleza para el mundo.

¿Cómo se canalizan su nuevo sentido de sí misma y sus dotes creativas en un acto de belleza que eleve y mejore la calidad de vida de los demás? ¿Cómo va a optar por entregar la segunda mitad de su vida al servicio?

Sus pensamientos se vuelven más y más centrados en como ella pretende actuar con la sabiduría que ha adquirido durante su viaje. Está inflamada por el poder y la pasión. Se fundamenta en la tierra. Obtiene su energía de todas las direcciones. Como mujer mayor, ya anciana, se convierte en la anciana de la aldea, la mujer de la sangre sabia. Encarna lo Sagrado Femenino. Proporciona el equilibrio esencial para la sanación del mundo a través de su actitud proactiva y sus caminos de sabiduría.

Conoce el poder de alinearse con otras mujeres mayores afines para convertirse en una fuerza vital en la transformación del mundo.

La mariposa emprende el vuelo. Es libre. Vuela cada vez más alto y se mueve con las corrientes, luego se posa en las flores, poliniza aquí y allá, se mueve con cierta alegría, instalada en la belleza, creadora de belleza. Mariposas por todas partes.

 
El texto original está escrito en inglés y es de Kristi Meisenbach Boylan. La traducción al castellano es de Eulalia Pamies y la realizó para Mujer Cíclica.

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Rosa Mística

Creencias patriarcales que impiden sanar a las mujeres

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Podríamos definir el patriarcado como una ideología que se manifiesta en prácticas sociales que suponen desigualdad en perjuicio de las mujeres. Esto no quiere decir que los hombres no se vean afectados por el patriarcado –que sí lo están–; lo quiere decir es que el sistema patriarcal no fomenta la igualdad entre géneros y quien se lleva la peor parte es el género femenino. ¿Puede este orden social y las creencias que lo sustentan influir en la sanación del género femenino?, ¿sufrimos las mujeres en nuestro cuerpo el efecto de una sociedad todavía patriarcal?

La doctora Christiane Northrup, en su libro Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer, explica que no es posible la curación en las mujeres mientras no hagamos un análisis crítico y cambiemos algunas de las creencias y suposiciones patriarcales que inconscientemente hemos heredado e interiorizado. El cambio debe partir por hacernos conscientes de estas creencias.

«La conciencia crea el cuerpo» (Christiane Northrup)

Para empezar, la civilización occidental está inspirada en la visión judeocristiana que considera, entre otros absurdos, el cuerpo femenino y su sexualidad –representados en la figura de Eva– como los responsables de la caída de la humanidad. Nada más y nada menos.

Respecto a la enfermedad, Northrup asegura que las mujeres enfermamos si nos maltratamos, si no nos escuchamos a nosotras mismas y desatendemos nuestras necesidades. Además, explica que cuando nos ponemos enfermas, somos atendidas por un sistema médico patriarcal que, en muchas ocasiones, denigra nuestro cuerpo. En este sentido, Northrup distingue tres creencias patriarcales fundamentales que impiden nuestra curación:

PRIMERA CREENCIA: LA ENFERMEDAD ES EL ENEMIGO

Este pensamiento nos condicionaría a considerar el cuerpo como un adversario, sobre todo cuando nos da mensajes que no queremos oír. Estos mensajes suelen aparecer en forma de síntoma; un síntoma que precede a la enfermedad y que nos avisa de que algo no está yendo como debería ir. Saber escuchar a nuestro cuerpo es fundamental, así como empezar a verlo no sólo como un elemento que puede causar dolor, si no también como una fuente inmensa de placer.

Según la autora, es inherente a nuestra cultura tratar de matar al cuerpo como mensajero junto con el mensaje que trae. Sin embargo, el cuerpo puede convertirse en el mejor sistema sanitario que poseemos, siempre y cuando sepamos escucharlo. Su movimiento genera endorfinas que nos hacen sentir mejor, más vitales, con más energía.

SEGUNDA CREENCIA: LA CIENCIA MÉDICA ES OMNIPOTENTE

Esta creencia se basa en el mito que se nos ha inculcado de que los doctores saben más de nuestro cuerpo que nosotras mismas y, por lo tanto, son los únicos que nos pueden curar al margen de la información que les podamos facilitar. Y esto lo escribo con el más absoluto de los respetos hacia la profesión médica. Si nosotras no aprendemos (y no nos enseñan) a escuchar nuestro cuerpo, dejaremos toda la responsabilidad del diagnóstico a los médicos. Así, olvidamos algo tan obvio como que cada mujer tiene la posibilidad de atesorar un gran conocimiento de sí misma. En este sentido la ciencia puede ayudar, pero se esforzará en vano si no escucha el relato de la mujer.

Inake-Danza-Creativa-IntrospecciónTERCERA CREENCIA: EL CUERPO FEMENINO ES ANORMAL

La denigración patriarcal del cuerpo femenino es la causa que subyace al miedo que muchas mujeres procesan hacia su cuerpo y sus procesos naturales, hasta el punto de sentir repugnancia por ellos. Christiane Northrup nos recuerda en su libro que ningún estudio científico puede explicar con total exactitud y en todas las circunstancias cómo ni por qué un cuerpo en particular actúa del modo en el que lo hace.

En este sentido, la doctora de urgencias Alyson McGregor, explica que la retirada del 80% de los medicamentos en Estados Unidos se debe a los efectos secundarios sufridos por las mujeres. La causa: los animales utilizados en los laboratorios para estudios médicos son machos, conformando así un marco de referencia para la investigación médica únicamente masculino.

LA DESCONEXIÓN EMOCIONAL COMO CONSECUENCIA DE LAS CREENCIAS PATRIARCALES

La cultura patriarcal nos ha hecho adquirir, inconscientemente, hábitos que generan graves efectos en nuestro cuerpo y espíritu, ya que nos impiden conectar con nuestras emociones para comprender lo que realmente nos está pasando. Una sociedad patriarcal –que impone un sistema basado en la primacía de la razón– también conlleva la infravaloración de los sentimientos, negándolos o subestimándolos, lo que repercute en su aceptación. Y esto que acabas de leer es perfectamente aplicable tanto a mujeres como a hombre. Pero, centrémonos de nuevo en el tema de este post.

Muchas mujeres pueden sentir vergüenza a la hora de expresar sus emociones porque corren el riesgo de no ser tomadas en serio o quedar como débiles. Esta desconexión, a su vez, nos mantendría en un estado de sufrimiento que iría en aumento a medida que aumenta el tiempo en el que permanecemos en él.

«Si la logramos desarrollar, la conexión con nuestras emociones a través de nuestro cuerpo se convierte en un método de sanación»

¿CÓMO COMBATIR LAS CREENCIAS PATRIARCALES?

Un primer paso hacia un cambio positivo en la vida y, más concretamente, en la salud, es dar un nombre a la experiencia actual y permitirse sentirla en su totalidad, emocional, espiritual y físicamente.

Cuando reconocemos y dejamos salir nuestro sufrimiento emocional, nos conectamos inmediatamente con nuestros sentimientos. A través de ellos podemos averiguar las necesidades específicas que tenemos.

Además, al liberar el sufrimiento y las preocupaciones que lo acompañan, recuperamos la energía necesaria para que nuestro cuerpo se sane. También es importante sustituir esas creencias patriarcales por otras más útiles, como la de que el cuerpo femenino posee una enorme capacidad para la resistencia y la salud. En otras palabras, para curarse a sí mismo. Y, en esto, el cuerpo femenino no se diferencia mucho del masculino.


Este post está inspirado en el artículo de Mar Pastor para La Mente es Maravillosa. Contiene modificaciones, referencias y aportaciones realizadas por Inake.
El artículo contiene un enlace a un reportaje de Antena 3. Si lees el texto desde algún país fuera de España, este enlace te puede ayudar a visualizar correctamente el reportaje.